martes, 19 de septiembre de 2017

Siesta, un hábito en el que educar a los niños

Dice un refrán castellano que "El hábito no hace al monje". Puede parecer erróneo traer a colación en este espacio y en este artículo. Pero parémonos a reflexionar en la palabra hábito

El hábito implica rutina, método, acciones y actividades que se van a repetir, a medio plazo, de forma inconsciente. La evolución de los hábitos en niños de edades comprendidas entre 0 y 6 años varía en función de la edad, el desarrollo individual y el entorno en el que se mueve (ya sea este la escuela infantil o su casa). 

Nosotros como educadores infantiles podemos y debemos procurar que estos factores no choquen entre sí. En especial en lo que se refiere al sueño y el descanso de los más pequeños. El falso mito del sueño expande la errónea idea de que dormir implica una actividad nula del individuo. Al contrario. El cerebro trabaja intensamente para afianzar lo aprendido, asimilar lo observado y madurar a nivel físico como psicológico (y estas son solo algunas de las actividades del cerebro en los periodos del sueño).


Si en los adultos el descanso y el respeto de las horas que cada uno de los individuos, como individuos, es importante, más lo es aún en los más pequeños. En estas primeras etapas de la vida y del desarrollo de los niños, el trabajo del cerebro y la configuración interna de sus conexiones neuronales depende en gran medida del establecimiento de unos saludables hábitos de descanso. 

Pero ojo, no solo se han de guardar durante la noche, sino también en los tiempos diurnos.


En nuestro ámbito, que es la escuela infantil, emprenderemos actividades que estimulen físicamente al niño en un primer estadio, para continuar con actividades que fomenten la imaginación sin necesidad de movimientos físicos, y teniendo muy presentes la necesidad de incluir etapas de transición y variaciones de actividad periódicas. 

En el trascurso de las actividades, los educadores infantiles observaremos que algunos niños comienzan a bostezar, rascarse los ojos; otros se meterán el pulgar en la boca a modo de chupete, o se quedarán calmados, inactivos. 

Estos son los primeros indicios de que ese periodo de actividad ha de comenzar a transitar hacia un breve periodo de descanso y recuperación. 

Es el momento de la Siesta, ante la cual comenzaremos a preparar un ambiente idóneo para los niños: bajaremos el tono de voz, disminuiremos la luz de la sala, acondicionaremos las colchonetas, animaremos a los pequeños a que cojan sus objetos y peluches favoritos, para concluir con el descalzado.

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